Los derbis españoles cruzan fronteras y emocionan a millones de personas. No son partidos cualquiera. Son eventos que paralizan ciudades y conectan a seguidores de todo el planeta.
De ahí que muchos fans se decidan a buscar qué es una VPN y la usen para ver estos partidos desde el extranjero. Los seguidores se saltan restricciones geográficas para sentir la misma adrenalina, ni punto de diferencia, que en su ciudad de origen, como si estuvieran en la grada.

El derbi madrileño es el más jugado del país. Real Madrid y Atlético se han enfrentado más de 300 veces en distintas competiciones. El balance favorece al Madrid, aunque el Atleti ha logrado triunfos memorables. En liga, el Real ha ganado más de 90 encuentros y el Atleti algo más de 40. También ha habido decenas de empates y más de 500 goles entre ambos.
Luego está el derbi sevillano, considerado uno de los más calientes. Betis y Sevilla viven el fútbol como una cuestión de identidad. No solo se juega en el campo: se respira en los barrios, se discute en los bares y se siente en el alma. Cuando se enfrentan, la ciudad se divide por completo. Hay familias enteras que no se hablan ese día.
El derbi barcelonés, entre Barça y Espanyol, es otro clásico cargado de simbolismo.
Aunque la diferencia deportiva es grande, la tensión está siempre presente. Espanyol representa la resistencia local, mientras el Barça es un gigante global.
Eso añade aún más picante al ambiente.
Y luego está El Clásico. No es un derbi local, pero sí el más visto. Se retransmite en casi 200 países y lo siguen cientos de millones de personas.
Es un espectáculo que va más allá del fútbol. Marca tendencia, genera debates mundiales y mueve cifras millonarias. Para muchos, es la gran final aunque sea a mitad de temporada.
Pero ¿qué hace tan especiales a estos partidos? No es solo lo que ocurre en el césped. Es el antes y el después. Las previas en la radio, las tertulias, los piques entre colegas.
Las apuestas caseras, las camisetas preparadas desde la noche anterior. Los bares divididos por colores y los gritos que se oyen desde la calle.
Gracias a internet, las redes sociales y, si hace falta, una VPN, puedes vivirlo estés donde estés. Da igual si estás en Berlín, Buenos Aires o Sídney.
Puedes sentir el ambiente, gritar el gol y celebrar como si estuvieras en la grada.
Y para muchos que viven fuera, ver un derbi es volver a casa. Es recordar su infancia, su calle, su gente. Por eso no importa cuántos kilómetros haya de distancia: la emoción viaja con ellos.
Los derbis no son solo fútbol. Son cultura, identidad y pasión en estado puro. Por eso el mundo los ve, los vive y los espera. Y tú, ¿te lo vas a perder?