Año 1983. Borussia Monchengladbach se midió ante el temible Bayern Múnich y el defensor ‘teuton’ Hans-Gunter Bruns se inventó una jugada de ensueño recuperando la esférica en el fondo de la cancha y a punta de fuerza y explosividad dejó en el camino a tres rivales y encaró hacia el área contraria.
Ya cuando se dispuso a definir, eligió precisión que potencia con tan mala suerte que el balón se estrelló en la madera en dos oportunidades negándole la posibilidad de marcar uno de los mejores goles de la historia. Increíble!