El conjunto dirigido por el ibérico Roberto Martínez logró la hazaña de vencer por la mínima al poderoso Manchester City en la Catedral de Wembley.
Lo impensado se dio. La historia cayó esta vez ante el espíritu infalible de un conjunto chico que demostró valentía, por hacerse con el título de la FA Cup, el más importante de su palmarés.
La chequera no pudo hacerse con el coraje de 11 guerreros que salieron al césped del mítico estadio de Wembley, a darlo todo dejando a un lado su gris temporada en la Premier donde luchan codo a codo por no descender.
El bando “The Latics” construyó un plan de juego convincente que al fin de cuentas le dio resultados para doblegar al bando favorito por propios y extraños. Ya desde el pitazo inicial el Wigan salió ordenado en todas sus líneas, inquietando a una defensa tosca que siempre se demoró en cubrir espacio y que al fin de cuentas lo pagó caro.
Sin dudas el ariete Callum McManaman fue el hombre del encuentro, puesto que siempre estivo presente para hacer daño a la zaga del City la cual sufrió para poder frenar sus diabólicas intenciones de romper la red contraria.
Antolín Alcaraz y el cancerbero Joel Robles fuera otras piezas fundamentales para mantener el encuentro en tablas y de paso desesperar a los “citizens” que no encontraban la forma de irse en ventaja a pesar de intentarlo por varios pasajes de este hermosa final.
Sin dudas el guaraní fue un peón en la defensa, cumpliendo el trabajo de despegar cualquier balón con corte venenoso y anticipándose a los media puntas que siempre encontraron en este defensor sudamericano un muro imposible de batir.
El cuida palos Robles fue otra pieza que cuajó a la perfección en la estrategia de Martínez, aprovechando su gran elasticidad, anticipación y porte para evitar una a una las llegadas del City que trató de hacer daño con pases cruzados y centres desde ambas bandas.
En resumidas cuentas fue un encuentro movido y entretenido, donde se observó una buena dinámica de ambos conjuntos que hicieron todo lo que estaba en sus manos para evitar un gol en contra e hicieron daño de acuerdo a su potencial.
Parecía que el Wigan perdía gasolina en el segundo cuarto del complemento, ya que jugadores como el hondureño Espinoza y el delantero africano Arouna Koné se veían mucho más lentos y desproporcionados en los físico respecto a la velocidad reflejada en el inicio.
A siete del cierre se inclinó la balanza a favor de “The Latics”, tras la expulsión de Pablo Zabaleta por doble tarjeta amarilla. Quizá esa fue la señal divina que enrutó a los discípulos de Martínez a jugarse la vida por conseguir lo que parecía utópico.
Y lo consiguieron. Corría el minuto cuando el Wigan tuvo un córner a favor que ejecutó Shaun Maloney para que el recién ingresado Ben Watson se adelantara al ex Everton Jack Rodwell y metiera una cabezazo de ensueño para vencer a Joe Hart.
Golazo que puso a saltar a los miles de hinchas de este pequeño equipo que veía como conseguía el trofeo más importante desde su creación hace 81 años. Esta vez lo insólito venció a la lógica, hecho que enmarca porque este es el deporte más hermoso del mundo.