Cuenta la leyenda que una maldición sobre el Benfica no le permitiría ganar ninguna competición europea. El artífice, el húngaro Belt Guttman que, tras ganar el torneo europeo como entrenador en 1962 en la capital holandesa frente al Real Madrid, fue despedido de las ‘aguilas’ y entonces maldijo al equipo portugués.
Desde la maldición, Benfica ha jugado 6 finales europeas y no pudo conseguir ninguna. 23 años después esa condena parecía olvidada pero el Chelsea se encargó de recordarsela en Amsterdam, desafortunada coincidencia, con un gol en el último minuto de Ivanovic.
¿Injusto el final? Decir que el Chelsea no merecía la copa porque el Benfica jugó mejor sí sería injusto porque eso es el fútbol, aprovechar las oportunidades. Desde el primer minuto las ‘aguilas’ querían tomar vuelo y disputaron todos los balones con más injundia que los londinenses.
Los laterales rojos volaron por las bandas y tuvieron en Óscar Cardozo, un aliado en la delantera para intimidar la portería de Cech. Sin embargo, un pase del arquero checo fue aprovechado muy bien por Fernando Torres para anotar el primer tanto. Benfica, aturdido por la mala puntería y suerte (maldición) vió una gran oportunidad tras sancionarse un penal por mano en el área.
Cobró el de siempre. ‘Tacuara’ Cardozo le pegó al balón con su alma pues en su mente, el campeonato que posiblemente se les escapó frente al Porto el fin de semana, estaba latente. El balón entró y tanta fue la fuerza que inmediatamente cayó al suelo con un calambre en su pierna derecha.
Chelsea tuvo alguna oportunidad tímida pero los que realmente agredían eran los portugueses. Entregaron todo en la cancha pero a falta de un minuto, otra vez, un cobro de esquina del Chelsea les permitió gritar que son CAMPEONES DE LA CHAMPIONS LEAGUE y de la EUROPA LEAGUE al mismo tiempo. Un récord de los ‘Blues’.
¿Existen las maldiciones en el fútbol? ¿Casualidad? No se sabe. Lo que si es cierto es que ningún ganador es inmerecido, algo mejor tuvieron que hacer y casi siempre es la contundencia.