En marco de la primera final teutona de la historia, el “Gigante de Baviera” demostró con creces porque es el mejor equipo del momento en el Viejo Continente.
Quien no conoce su historia esta condenado a repetirla, seguro esta frase no se le olvido al Bayern Múnich ni a Arjen Robben quienes en esta final recordaron la catástrofe vivida el año pasado en el Allianz Arena e hicieron lo posible para salir victoriosos ante un gran equipo como el Borussia.
Esta vez la balanza estuvo de la mano de los más ganadores de la Bundesiga, donde a pesar de sufrir en ciertos pasajes del compromiso, demostraron que tenían más gasolina para cerrar la faena con las botas bien puestas y sentenciar al toro entonado que arremetía con contragolpes peligrosos.
Robben, el holandés que siempre causa polémica y está en el ojo del huracán, pasó de villano a héroe en una abrir y cerrar de ojos, con el gol definitorio que le dio la 5 ensaladera al club del sur de Alemania y de paso lo catapultó a la gloria tras 12 años de mucho sacrificio pero poca recompensa.
Justo el tanto del tulipán llegó en el ocaso del partido, en el momento en que se preveía un alargue rompe piernas y donde la suerte podría estar a favor o en contra en ambos, siendo una lotería que los de Heynckes no querían soportar.
Fue en sí una final emotiva que tuvo su pico más alto en la segunda manga, donde ambos cuadros ajustaron sus fuerzas y atacaron en el momento justo y exacto.
A pesar de que ambos mostraron sus uñas, los actuales campeones de Alemania fueron mucho más concretos, atacando siempre por las bandas y con centros mortíferos que desbarajustaron demasiado a la zaga del Borussia.
Al 60’ el croata Mandzukic abrió el marcador, luego de una estupenda pared que se inventaron Ribery y Robben, donde este último superó a los zagueros por el lado izquierdo de las cinco con cincuenta, enviando un centre a la medida para que el ariete balcánico solo tuviera que empujar la “caprichosa” al fondo de la red.
Así las cosas parecía que los de Baviera se irían con esta ventaja sino no es que la iban a ampliar, pero sin pensarlo una patada terrible de Dante sobre Marco Reus en el área, propinó un penal que Ilkay Gündogan cobró con categoría, para poner la cuenta en tablas.
Con el marcador igualado, el Bayern salió dispuesto a buscar la ventaja sí o sí, quemando los últimos cartuchos con ataques por todos lados donde siempre estuvo presente Ribery, Müller y Robben.
El golero Weidenfeller empezó hacer determinante para los de Klopp, sacando varios disparos a puerta y siendo la muralla que le negaba el sueño a los del Sur de Germania de bañarse de gloria.
Corría el minuto 88’ y la historia cambió totalmente para Robben, su orgullo y el palmarés de un gigante de Europa. Tras un pase de a más de 40 metros que recaló en las piernas de “Scarface”, este asistió a Robben quien se inventó una joya muy a su estilo, para dejar en el camino a los defensores rivales y engañar al cuidapalos Weidenfeller, poniendo las cosas 2-1.
Golazo que vale oro, pues era el tanto de la victoria del Bayern luego de dos finales perdidas ante el Barcelona en este mismo escenario y el Chelsea en su propio patio, el Allianz Arena.
Con esta jugada de ensueño, el “calvo” rompió la faena y corto oreja para darle un nuevo título continental a su equipos de mil y un batallas, el Bayern Múnich. Difícil reto ahora para Pep Guardiola que empezará a trabajar en este club a partir de julio próximo, donde sí o sí deberá ganar un título con este club.