#ElDato: Ha asistido a dos Copas del Mundo en su carrera: Sudáfrica 2010 y en Brasil 2014
Dani Alves le pide al planeta fútbol que no sienta pena ni se ponga triste por él, «ya que siempre será un feliz hijo de puta». Además no descarta estar en Qatar 2022, fecha en que su espíritu cumplirá 17 años…
TE PUEDE INTERESAR: Tiembla Sampaoli: otra baja para Argentina en Rusia 2018…
LA CARTA DE DANI ALVES:
“Cuando sentí el dolor en mi rodilla, mi alma salió de mi cuerpo. Sabía, desde el momento en el que caí al suelo, que no iba a estar en una avión para la Copa del Mundo de Rusia.
En el vestuario, los médicos del PSG me dijeron que teníamos que esperar hasta el siguiente día para obtener los resultados de algunos exámenes, pero sabía, en mi corazón, que había terminado. Todos entraron celebrando con el trofeo de la Copa de Francia, y nunca quise mostrar nada de negatividad antes mis compañeros — si conoces a Dani Alves, entonces sabes que siempre soy un feliz hijo de puta —, así que estaba sonriendo y tratando de divertirme. Pero todos podían ver en mis ojos que algo estaba mal.
Solamente lloré una vez, cuando estaba solo. Y déjame decirte algo: no quiero que nadie llore por mí. No quiero que nadie sienta pena por mí. He vivido mis sueños. Dani Alves no va a la Copa del Mundo, pero sigue siendo un feliz hijo de puta.
Estaré viendo a Brasil de la misma manera en la que lo veía cuando era un niño en la granja. Sólo que esta vez mi TV será mucho más grande! Ahora que les dije que crecí durmiendo en una cama de concreto y que me levantaba a las 5:00 am para ayudar a mi papá a rociar químicos en los cultivos de nuestra granja, y luego tenía que andar en bicicleta 10 kilómetros hasta la escuela, muchos me han dicho: ‘carajo, Dani, la pasaste muy mal de niño!’ Pero no, en comparación con mucha gente de nuestro pueblo, la pasamos bien.
Mi papá solía vender vegetales de nuestra granja, y también tenía un pequeño bar, así que teníamos uno de los pocos televisores de la zona. Era una TV vieja de los años 70’s, y mi papá solía envolver de aluminio la antena para que pudiera captar los canales. La imagen estaría borrosa, pero funcionaba. Excepto en días nublados, ¡en esos días estabas jodido!
Mi papá era como un paciente enfermo por fútbol. Él estaba obsesionado. En ese entonces, la TV era todo para él. Lo convirtió como en el alcalde de la ciudad. Recuerdo que, durante la Copa del Mundo de 1994, nuestra casa fue el centro del mundo. Todo el país cerró durante un mes, y nadie en nuestro pueblo tenía dónde ver los partidos, por lo que todos venían a nuestra casa. Era como si nuestra casa se hubiera convertido en un mini estadio. Imagina a 50 personas reunidas alrededor de un pequeño televisor, gritando y festejando.
Lo gracioso es que en Brasil siempre se escucha sobre los niños que crecen pintando las calles de verde y amarillo, ¿verdad? Bueno, nosotros éramos de Roça, estábamos en medio de la nada. No teníamos calles que pintar. Habrías tenido que pintar el costado de una vaca. Por eso, llevábamos la fiesta a nuestras casas. Teníamos pequeñas banderas de plástico en todas partes. Esa fue la escena en nuestra casa en el 94. Tiempo de fiesta, hermano.
Cuando comenzaban los partidos, era como si realmente estuviéramos en el campo. En Inglaterra, en Francia, en Alemania, les encanta el fútbol, sí. Pero sólo son fanáticos. Son apasionados, pero están mirando. En Brasil, no sólo estamos mirando. Estamos jugando, ¿sabes lo que estoy diciendo?
Me di cuenta de la diferencia cuando tenía 10 años de edad, viendo a Cafú y Romário en la pequeña televisión. Cuando ellos atacaban, nosotros atacábamos con ellos. Cuando ellos defendían, nosotros defendíamos con ellos. Estamos cruzando los dedos, estamos tensos, estamos sudando, como si realmente estuviéramos jugando. La gente dice que el fútbol en Brasil es una experiencia religiosa. Pero es más como una experiencia física. Solía ponerme tan nervioso que no me podía quedar quieto, así que iba por cubetas vacías de fertilizante. Me sentaba en uno y comenzaba a tocar el ‘tambor’ con las manos, y hacía que todos cantaran.
La Copa del Mundo era algo de otro mundo. Todo parado. Todo el país estaba junto, viviendo cada momento el uno con el otro. En Brasil, eres muy consciente de la clase, ¿sabes? Pero durante la Copa del Mundo, tienes gente de clase alta, gente de clase baja y, de repente, no importa. Durante un mes, todos nos pusimos esa camiseta, y todos somos exactamente iguales. Recuerdo haber sentido eso por primera vez en el ’94, y me dije a mí mismo: ‘Quiero vivir lo que Romário está viviendo. Quiero estar en el televisor, vistiendo esa camisa amarilla brillante’.
Pude vivir ese sueño desde que tenía 18 años de edad. Pude vestir esa camiseta amarilla realmente. Ahora, para este Mundial, tendré que atacar con el resto de la nación.
Creo que este equipo puede ganar el trofeo. Tenemos el talento y las superestrellas, pero lo más importante es que también tenemos al maestro. Tite ha sido capaz de crear un ambiente increíble desde que se hizo cargo del equipo, y le mostró a los jugadores que no podemos ser solistas. Debemos estar en perfecta armonía para alcanzar nuestros sueños.
He estado en el equipo absoluto por 12 años, y esta es la conexión más fuerte que alguna vez haya existido — en organización, en estructura, en ideas, en todo. Tenemos una gran combinación de jugadores jóvenes, como Gabriel Jesús y Coutinho, y también a jugadores mayores que recuerdan el dolor de la última Copa del Mundo.
No me considero un veterano. Como pueden ver, mi espíritu tiene alrededor de 13 años de edad. Quién sabe, quizá en la Copa del Mundo 2022 todavía estaré compitiendo por un lugar en el equipo. Mi cuerpo tendrá 39, pero mi espíritu apenas habrá cumplido 17 años.
A veces les cuento a mis compañeros esta historia, y es con esta historia con la que te dejaré:
Cuando ganamos la UEFA Champions League con Barcelona en 2015, mucha gente dudaba de que pudiéramos volver a ganar un triplete. Pero, entre los jugadores, realmente creíamos el uno en el otro. Y, cuando vencimos a la Juventus en la final, corrí directamente hacia Adriano. Lo miré, y él me miró, y empezamos a gritar, pero gritando verdaderamente. No sabíamos qué hacer.
Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!
Después, vi la repetición en la TV, y me dije: ‘¿Qué diablos estás haciendo, hermano?’ Se vio ridículo. Pero no pudimos hacer nada más. Fuimos superados por una emoción que no puedo explicar. Estábamos gritando: ‘¡Ahhhhhhhhhhhhhhh, mierda! ¡Mierdaaaaaaaaaaaaa! ¡Lo hicimos otra vez! ¡Mierdaaaaa!’.
¿Qué es esa sensación? Es la sensación de ser un niño. Ni siquiera puedes decir una palabra. Sólo puedes gritar.
Si ganamos la Copa del Mundo, no gritaré. Por una vez, lo prometo, cerraré mi boca. No habrá palabras saliendo de Dani Alves. No diré nada. Sólo estaré llorando”.