Barcelona cae por primera vez en Europa desde la era de Tito Vilanova

El Celtic derrotó al equipo blaugrana en un partido insólito para los españoles, que tuvieron todas las de ganar pero no pudieron concretar a tiempo y de paso se quedaron sin sellar su pase a octavos.

Por algo lo llaman el deporte más hermoso del mundo. El fútbol no habla en jugadas, tampoco en intensiones, sencillamente en hacer goles. No basta con toparse a la ofensiva todo un partido para salir victorioso, tampoco defenderse, únicamente tiene absoluta validez mantener resultados que a la postre sentencien una eliminatoria o un partido.

Este compromiso fue muy distinto a su desenlace. Barcelona, acostumbrado a apropiarse del balón, no supo cortar la telaraña construida por los hombres de Neil Lennon y lo pagó muy caro. Emuló una y otra vez, acciones que se plantan en un partido de balonmano; es decir, siempre tuvo la concepción de atacar por las bandas a partir de pases en la medular, pero pecó en reiniciar las jugadas y volverlas a concluir del mismo modo, sin buscar otro tipo de herramientas como la media distancia, acciones individuales o pases entre líneas.

Premio a su obsesión recibió dos goles de manera tajante en las únicas opciones claras que contó el Celtic hoy en su estadio. El asunto fue así: dos remantes, dos goles. Inexplicable para un equipo que en la primera mitad tuvo solo el 18% de la posesión del balón y siempre vio a Valdés años luz de poderlo alcanzar.

¿Los goles? Cuestión de método. Uno a partir de un tiro de esquina aprovechado por Wanyama quien no perdonó y otro por medio de saque de Forster que terminó en los pies de Watt, tras un graso error defensivo aprovechado por el ariete para sentenciar la contienda.

Quizá hoy el destino tenía para los escoceses un obsequio, luego de haberles quitado el empate hace unos días en el Camp Nou. Así es la vida y así es este juego: mezquino y obsceno cuando menos se lo espera.

Lo interesante de este asunto es que el conjunto católico fue hoy, ante su afición, mucho menos equipo comparándolo con aquella escuadra combativa en tierras catalanas. Que ganó, sí. Es lo más importante, también. Que tal vez para críticos y analistas no lo hizo en los mejores términos, también.

Para resaltar que los locales consiguieron su objetivo resurgiendo de las cenizas, ubicándose en la segunda plaza y quitándole el invicto a Vilanova desde su arribo como primer estratega del FC Barcelona en competiciones europeas.

La apertura del marcador fue a los 20 de la inicial. Surgida desde un córner, el espigado Víctor Wanyama le ganó en altura a Jordi Alba y cabeceó con soltura para dejar sin chances a Valdés.

Sin embargo, los culés no se inmutaron ante la bofetada del Celtic y por el contrario se hicieron más grandes. En este sentido, tuvieron dos opciones para saldar deudas consigo mismos e igualar la contienda. La primera una opción de Messi que se estrelló en el larguero y la segunda, un cabezazo de Álves que golpeo la madera.

Para el complemento los celtas optaron por adelantar sus líneas, con el objetivo de seguir aguantando pero en una zona más lejana al pórtico de Forster. Esta decisión fue aplaudida a cántaros por el Barcelona que se vio mucho más cómodo y profundo en cada una de sus intervenciones.

El tiempo fue pasando y el desespero se apropió de locales y visitantes. El Celtic nuevamente apostó por la defensa, configurando un bloqueo más que ultradefensivo para defender con la vida propia el tanto de la victoria.

Las manecillas del reloj despertaron a Vilanova, quien cambió a Alexis, Bartra y Song, por Villa, Piqué y Fábregas. La apuesta fue más que convincente: atacar con mayor repliego en el último cuarto de cancha, y utilizar a Piqué para oficios varios; entre ellos; defender mucho más delante de lo normal y atacar a partir de la cobertura del medio campo.

La pulga se inspiró como en aquellas noches épicas, para hacer del encuentro un monólogo al derecho y al revés con impronta culé. Por desgracia para la visita, llegaría el segundo tanto y la postre el golpe final que acabaría derrumbando el imperio blaugrana en un abrir y cerrar de ojos.

Después de un despeje largo de Forster, el balón caería en pies de Xavi, quien sorpresivamente no lograría dominarlo dejando que este siguiera su recorrido hasta que arribó a pies de Watt. La jugada confundió a Mascherano para que el delantero local rematara con todas sus fuerzas la esférica y la clavara al fondo de la red. ¡Éxtasis para un partido emocionante!

Era el minuto 83 y la impotencia se replegaba en todos los hombres de Vilanova. De todas formas el equipo español siguió intentando a pesar de que el marcador y el reloj consumaban a grandes pasos sus deseos de igualar la contienda.

Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe, que el Barcelona por fin logró su cometido: marcar. La pulga, siempre presente cuando lo necesitan, se encontró un balón que despejó erróneamente el golero para castigar a su rival y poner los nervios de punta en todos los espectadores. Final del partido y los verdiblancos a festejar.

En el otro encuentro del Grupo G, el Benfica doblegó al Spartak de Moscú 2-0, logrando saltar a la tercera plaza con cuatro unidades y de paso superando a los rusos de Unai Emery que se plantaron con tres.

Los goles del compromiso fueron obra del guaraní Óscar Cardozo en dos oportunidades, a los 55′ y 69. El primero por la vía área y el segundo con un glamuroso zurdazo tras un centre por la banda izquierda al corazón del área.

Próxima fecha: Benfica Vs. Celtic; Spartak Moscú Vs. Barcelona