Allan Ruschel, uno de los jugadores sobrevivientes al accidente de Chapecoense, rompió en llanto en plena rueda de prensa. El futbolista de 27 años prometió: «Haré todo lo posible para jugar fútbol. Pero debe ser con paciencia para poder darle una alegría a la gente de aquí».
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Además, el brasileño habló de sus compañeros y los sentimientos encontrados que tiene: «No existen palabras para contar lo que estoy sintiendo. Es una mezcla grande de sentimientos: una alegría por estar aquí de nuevo, pero al mismo tiempo un luto por haber perdido tantos amigos».
La ayuda que le brindó Dios, según él, fue vital para sobrevivir. Lo acompañó siempre: «En el momento en que cayó el avión, Dios me puso en su regazo y me dijo que tenía más misiones en la tierra, por eso él no me llevó. La única explicación es la de los milagros: el de estar vivo y el de estar andando».
Finalmente, declaró que cree que se salvó porque le pidieron que se cambiara de lugar en el avión: «Cuando llegamos a Santa Cruz de la Sierra, antes de subir al avión, Cadu (uno de los directos del club) pidió que me sentara más adelante. Yo estaba sentado atrás, pero él quería dejar a los periodistas en el fondo. Al principio, no quise moverme. Pero ahí, Follmann me insistió para que me sentase con él. Y ahí dejé mi lugar y fui. Esa es la parte que recuerdo. Después, estaba mi esposa Marina hablándome en el hospital».