Sergio Busquets, uno de los grandes escuderos de Messi, se retira a final de año

La descomunal carrera de Leo Messi ha tenido una singularidad, y es que muchos de sus escuderos en esta etapa en la MLS, ya lo fueron en sus gloriosos años en el Barcelona, donde aquel legendario grupo logró los mejores resultados en la Champions League y en la liga española, que se llamaba Liga Santander durante muchos de aquellos años, y se coronó como una de las grandes escuadras de la historia del balompié, gracias a su mágico juego con el balón. Esos fieles escuderos del gran Messi fueron Luis Suárez, que se unió al equipo en 2014, Jordi Alba, que llegó al Barça en 2012, y el que más tiempo ha pasado con el astro argentino en las carreras de ambos, el catalán, y también canterano culé, Sergio Busquets.

El centrocampista y Messi seguro que podrían escribir libros el uno sobre el otro, pero, si las informaciones desde Estados Unidos son ciertas, la potencial saga literaria podría tener su final en diciembre de 2025, el mes en que acaba la temporada en la MLS, y el mes en el que parece haberse fijado el final de la carrera del icónico centrocampista de la localidad barcelonesa de Badía del Vallès.

Siempre espigado y con un andar un tanto desgarbado, el hijo del que fuera portero suplente de Zubizarreta en el Dream Team culé de Cruyff comenzó su carrera en el primer equipo culé sentando en el banquillo a toda una leyenda del fútbol africano como Yaya Touré, que se fue al Manchester City ante la emergencia de Sergio, y no se movió del once culé hasta hace unos pocos años, cuando puso rumbo a Miami para reverdecer laureles con Messi y compañía.

Busquets pondrá fin a su carrera con 37 años y un palmarés de aúpa, que incluye un mundial, una Eurocopa, tres Champions Leagues, nueve ligas y siete copas del Rey, entre otros entorchados. Aunque lo más significativo de su legado es su estilo; siempre fiable, siempre bien colocado y siempre tomando decisiones rápidas y acertadas con el balón, que rara vez tocaba más de dos veces seguidas.

Si bien sus últimos años en Barcelona fueron ya más flojos por su declive físico, aunque el poderío físico nunca fue su fuerte, ni de lejos, lo cierto es que la calidad con el balón de Sergio y lo fácil que hacía parecer todo lo que hacía le hicieron ganarse el cariño de los aficionados, que seguro que recordarán sus momentos más brillantes cuando finalmente llegue el momento de colgar las botas.