La llegada de Carlos Bianchi a Boca Juniors emocionó a la 12+1. El arquitecto de una de las épocas más grandes del conjunto Xeneize volvió a principios de año con la intención de devolver la gloria perdida a una institución que reclamaba por ella. El porteño fue recibido como héroe. La Bombonera se llenó de hinchas que con cantos celebraron su regreso, un retorno que ha dejado más sinsabores que alegrías.
Para muchos, a Dios se le descargó el celular y no contesta los mensajes del estratega de Boca, seguramente es así. Pero más allá del símil ilustrativo, y que pone a Bianchi al nivel del rey midas, el toque mágico de sus dedos desapareció o eso parecen creer muchos.
Pero lo cierto es que es difícil demostrar la buena mano cuando hay un plantel limitado. Un grupo de jugadores que no tiene nada que ver con aquél que lo ganó todo bajo el mando del virrey.
De ese equipo, en el que brillaron tres colombianos, (Córdoba, Bermúdez y Serna), y que se convirtieron en un cerrojo infranqueable; que era temible del medio campo hacia adelante con Barros Schelotto, Delgado y el inagotable Palermo, quedan Clemente Rodríguez y ahora, Juan Román Riquelme.
El 10 de Boca, uno de los máximos ídolos del equipo en la última década, retornó luego de ocho meses de para y en dos partidos disputados se convirtió en el mejor del plantel. Lo que esboza el verdadero problema: bajo nivel de la plantilla.
El Boca de hoy no se encuentra en la cancha. Pero no pasa por lo táctico, es lo individual. Basta ver el tercer gol de Unión, la jornada pasada del torneo argentino en la Bombonera. La defensa Xeneize da muchas ventajas, las pelotas quietas son medio gol (En los últimos dos partidos: El segundo gol de Unión nace de una pelota quieta. El gol de Nacional, en la Libertadores, fue de un cobro de esquina).
Antes de Román Boca no tenía generación de juego y por ende, el ataque era débil. Tras la llegada del 10, el equipo se ha visto más ofensivo, genera más peligro, pero no define. Así es difícil ganar.
Ante Nacional de Uruguay Boca jugó el mejor partido en los dos meses que tiene Bianchi en el banco. Pero no le alcanzó. La parcialidad se impacienta y el virrey no logra encontrar un plantel sólido. La rotación que planteó el estratega al llegar a la dirección técnica ya le dio minutos de juego a la mayoría de su plantilla y se ven pocos indicios de buen nivel.
Seguramente Bianchi ya llamó a Dios, pero al parecer el celular se descargó, y cuando necesitó de la terrenalidad humana, su plantilla no respondió.
Bianchi lucha por un consejo celestial y sus jugadores por adquirir un nivel que, al menos, le des para responder aceptablemente a la historia de uno de los más grandes de América.
@hagacu