El Madrid equivocó el camino al intentar jugar por donde mejor lo hacen los alemanes, el juego aéreo. Durante todo el partido los visitantes se sintieron cómodos con la lluvia de centros desde las bandas y jugaron con la desesperación del equipo blanco. Al final se vio una luz pero tantos errores no podían corregirse en 5 minutos finales.
Desde el primer minuto Ronaldo estuvo por fuera del partido, no pudo hacer ninguna jugada o provocar riesgo en el área rival. En cambio, Lewandowski volvió a ser una fiera en tres cuartos de cancha hacia arriba y aunque no anotó, mantuvo ocupada a la defensa madrileña todo el tiempo.
Borussia hizo el partido perfecto con salidas rápidas y sobre todo, sin desesperarse. Situación que afectó al Madrid pues las ganas pudieron con la cabeza fría. Cuando jugaron por el piso, crearon peligro. Es más, así llegaron los dos goles blancos pero ya demasiado tarde.
Insisto, los locales apelaron al juego aéreo y los alemanes ganaron la partida. Ganaron la serie, hicieron historia y dejaron atrás toda la parafernalia que habían hecho los españoles. Preparativos que en algún momento parecían cobrar sentido.
Fue un partidazo y los dos equipos se jugaron la vida. Cada balón disputado era como el último de sus carreras. Cada salto, impulsado por la fe, iba elevando cada vez más las plegarias de los hinchas de bando y bando. Cada corrida, fue como en unos Olímpicos los 100 metros planos, al máximo.
Lo blandito que fue el Madrid en Alemania les costó caro y la estrella de la serie, Robert Lewandowski, aún más.
Ahora queda esperar una final incierta pues cualquier cosa puede pasar en el fútbol. Lo que si está claro, es que la final será tan intensa como los últimos 10 minutos del partido en el Santiago Bernabéu.