El problema no son las burlas, en últimas, todos lo hacemos. El problema no es sentirse perdedor una vez más, no es la primera vez que pasamos por eso. El problema no es estar otro año en la ‘B’, finalmente a muchos les pasó y lograron volver para ser protagonistas. El problema, realmente, es la forma en que fracasó la ‘operación retorno.’
No nos engañemos, América no fue ese gran equipo que deslumbró por su juego. Ni siquiera en el primer semestre cuando salió campeón. Desde ese entonces, ya se veía un equipo deslucido y que a fuerza de individualidades logró sacar avante un campeonato que parecía perderse en la final, lo que no sucedió y que a nosotros, los hinchas, nos sirvió de somnífero, nos durmió y en ese descanso soñamos con volver a la máxima categoría sin problema. ¡Qué equivocados estábamos! América, nos engañó.
El primer semestre no fue bueno, el equipo de Lara nunca convenció con su juego, pero a diferencia del segundo torneo, ganaba los partidos. A veces no entiendo como lo hizo. No porque no creyera que se podía ganar, el fútbol es la dinámica de lo impensado, y todo pasa, pero en la cancha no se veía cohesión, una idea táctica, no había un equipo. Eran once jugadores, muy pocos guerreros. Salvo Steven Mendoza, Paulo Arango y en algunas ocasiones Schianone, el resto no ofrecían mucho. Sin embargo, nos ilusionó con el título.
Pero el segundo semestre fue diferente, esos destellos que iluminaron algunas noches y salvaron tres puntos no volvieron a aparecer. La chispa de Mendoza se apagó, Arango se lesionó y Schianone, muy poco entregó. Entonces fue un equipo del montón. Un equipo que logró llegar a octogonales por el rojo de su vestimenta, que era lo único que daba miedo. (Las barras bravas, después de cada partido, también se convirtieron en un dolor de cabeza). Pero en la cancha, no había un jugador que preocupara al rival, no existía ese hombre que ilusionara con una jugada individual.
El fútbol es de once contra once, pero se necesita talento y al América le faltó mucho. Nos quisieron vender a ‘Romerito’, no vas más allá de unos guayos bonitos. Hurtado, salvo los dos goles con Cúcuta, no pesó. Bustos, la insignia del equipo fue solo un recuerdo en noches de gloria pasadas, cuando éramos de la ‘A’. Nondier Romero, el de más sacrificio, pero… Lalinde luchó solo. En el fútbol actual, el único que gana solo es Lionel Messi. A Lara se le olvidó que América es el dragón que lanza fuego, él creyó que era el aldeano que corre para evitar quemarse. Demostró miedo y llenó de valentía al rival.
Muchos dirán que es culpa de la Lista Clinton, tal vez. Pero esa lista, no corre, no suda, no se entrega, no lucha, no siente, no interpreta la historia de un equipo que tiene 13 títulos (bien o mal ganados, no se pueden negar), que ha jugado finales de Copa Libertadores, que fue campeón continental. Esa lista no es de apellido Bustos, Romero o Hurtado. Esa lista, no entra al terreno de juego.
Es evidente, América volvió a ser ‘la mechita’ y corta, muy corta. Qué difícil parece volver a encenderla, sobretodo si tratamos de hacerlo con ‘raros sueros’.
América, te creímos, pero nos engañaste.